Niños especiales: Niños con necesidades especiales aprenden percusión en un taller que beneficia su autoestima y desarrolla su psicomotricidad.
Salvador es un niño
con necesidades especiales que lleva un mes tocando el timbal y, con el empeño
y la alegría que le pone, puede hacer bailar a cualquiera como un auténtico
profesional.
Sus siete compañeros
están en una situación similar; algunos incluso tienen problemas de movilidad
en las manos, pero acuden religiosamente todas las semanas a seguirle el ritmo;
ni ellos ni su amor por la música encuentran barreras.
Así se titula
precisamente el taller que comparten, 'Percusión sin barreras'.
En el tiempo que
llevan dando clases han avanzado mucho, según apunta el profesor Chico Fargas.
«Van cogiendo capacidad y ritmo, sus padres se sorprenden mucho.
Me estoy dando cuenta de la labor que desempeña toda la gente que se dedica a estos niños, trasmiten mucha ternura», explica Fargas. En las clases también los acompaña una psicóloga.
La iniciativa parte de la Asociación Para la Atención de Necesidades Especiales (APANE), y el Consistorio les ha cedido un aula en el estadio Francisco Pérez Muñoz.
Me estoy dando cuenta de la labor que desempeña toda la gente que se dedica a estos niños, trasmiten mucha ternura», explica Fargas. En las clases también los acompaña una psicóloga.
La iniciativa parte de la Asociación Para la Atención de Necesidades Especiales (APANE), y el Consistorio les ha cedido un aula en el estadio Francisco Pérez Muñoz.
Fargas utiliza
instrumentos no convencionales como un bidón de pintura, palos, latas o cajas
de cartón para que los niños desarrollen su creatividad.
También usa otros
tradicionales como la tumbadora, el bongó y el zurdo para hacer que se sientan
bien, pero el instrumento más eficaz del que se vale para que aprendan es el
cariño.
Los alumnos se ven
beneficiados en aspectos como las relaciones con otros compañeros o la
psicomotricidad. El curso hace que pierdan la timidez y se inmiscuyan en medio
de una clase llena de ritmo.
Seguir una partitura
es menos divertido que inventarla; van al son de la batuta de su desarrollo
personal, aunque respetando el turno de los demás y repitiendo divertidos lo
que toca Fargas.
Por último, memorizan el sonido que ponen a esas horas cada
miércoles para, a la semana siguiente, volver a demostrarle al mundo que son
capaces.
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