¿Por qué a los niños les encanta estar
desnudos? ¿Por qué siempre quieren estar con mamá?
No es casualidad que los bebés disfruten con
estas cosas: todas ellas cubren sus necesidades o les ayudan a expresarse.
Observar a nuestro hijo y respetar lo que le
agrada es una forma de alimentar nuestra relación y hacer feliz al pequeño.
Estas son diez cosas que a los bebés les
encantan.
1. Estar desnudo
Hay niños que solo necesitan quitarse la
ropa y el pañal para calmarse. En los bebés existe una permanente conexión
cuerpo-emoción y, a falta de palabras,
su cuerpo expresa todas sus emociones.
Por eso lo necesitan lo más libre de
ataduras posible.
Desnudos, los pequeños se muestran más
receptivos y expresivos.
Además, las sensaciones no llegan igual con
ropa que sin ella. Y puestos a explorar, cuantos menos intermediarios entre
ellos y el mundo, mejor.
2. Estar arropadito
Le recuerda su estancia en el útero materno,
cuando toda su piel estaba en contacto con esas paredes que le abrazaban y
protegían.
Las primeras semanas de vida muchos bebés se
sienten muy a gustito cuando los envolvemos, les encanta estar recogidos y
tener mucha zona de contacto.
Poco a poco se sienten más seguros en su
nuevo medio y empiezan a tomarle gusto a moverse con más libertad.
3. La piel de mamá
El abrazo de una madre es la mejor solución
para casi cualquier problema.
Muchos estudios demuestran que el contacto
directo piel con piel entre la madre y el hijo equilibra la temperatura corporal
del bebé,
Su ritmo cardiaco y le ayuda a liberar
endorfinas y oxitocina, la hormona del amor.
Y no solo le beneficia a él: nosotras
liberamos las mismas hormonas.
El contacto con nuestra piel relaja el
sistema nervioso del bebé (expuesto continuamente a estímulos) y favorece
nuestra relación con él.
Los dos nos sentimos cercanos y amados.
4. El ruido monótono
Los sonidos monótonos (el del motor, la
lavadora o incluso el secador) recrean en muchos bebés los ruidos de nuestro cuerpo,
Con los que crecieron sus primeros nueve
meses de vida intrauterina y les relaja. Son ruidos que, además, Se presentan
como amortiguados,
igual que los que el pequeño escuchaba en
nuestro vientre.
5. La música
La música es un estímulo para su aprendizaje:
sus tonos graves y agudos estimulan las conexiones neuronales del bebé,
reorganizan su cerebro y
según el tipo (clásica, moderna...) le
apoyan de una u otra manera.
Los sonidos armónicos, en los que predominan
los tonos agudos, predisponen al bebé para el aprendizaje.
La melodía de tonos más graves (también
puede ser clásica) le relaja. Nuestras mismas voces son música para él: más
aguda la de mamá, más grave la de papá.
6. El olor de mamá
Muchos bebés con dificultades para dormir se
relajan cuando ponemos en su cunita una prenda nuestra.
El olor de sus padres es lo primero que
capta el bebé al nacer.
El olfato está ligado a la supervivencia, y
reconocer nuestro olor al nacer es vital.
Si no lo hace, ¡el bebé está perdido! Aún no
ve bien, pero sin embargo sí nos puede reconocer por el olor.
Nuestro regazo es uno de los lugares más
confortables para el pequeño, se siente muy seguro con nuestro olor.
7. Un paseo por la calle
Muchos niños, cuando están en casa,
requieren más atención que en la calle, lloran más... Y nosotros no lo
entendemos porque no apreciamos la diferencia,
Pero no es lo mismo el aire en movimiento
que el aire estancado de una casa. Los sonidos tampoco son los mismos, ni la
paleta de olores.
El oído y olfato de nuestro bebé están muy
desarrollados al nacer y, a menos que sea hipersensible, no hay mejor lugar que
la calle para entretenerse con decenas de
nuevos olores,
Y esos maravillosos sonidos, que tanto
gustan al bebé. Estar fuera de casa alimenta la parte más aventurera del
pequeño.
8. Chuparlo todo
La boca es "el tercer ojo" del
bebé: en esta etapa le ayuda a conocer el mundo que le rodea, incluso más que
sus propios ojos.
Al chupar, el niño reconoce los objetos por
su sabor, textura, densidad, peso... Información que la simple mirada no puede
aportar.
Los dos primeros años de vida la boca se
comporta como un gran escáner que le permite generar, dentro de su cerebro, la
imagen que hay fuera.
9. El balanceo
Es un movimiento monótono y rítmico que
conecta con la seguridad y el equilibrio, en todos los sentidos.
Por un lado, el balanceo trabaja sus
conexiones neuronales más profundas.
Por otro, los ritmos predecibles y monótonos
conectan con la estabilidad del niño.
El bebé se va confiando, y cuanto más
conocida es la situación o el ritmo más se relaja, más endorfinas libera, más
se adapta al entorno.
10. La voz de mamá
La voz de mamá es otro de esos elementos que
lo son todo para nuestro bebé: contiene música, tonos altos que estimulan el
aprendizaje y, sobre todo,
La intención y el deseo de comunicarnos con
él.
Así lo percibe y, en cuanto es capaz de
emitir gorgoritos, nuestro pequeñín nos los dedica todos.
Cada vez que le hablamos, el bebé registra
numerosas emociones que son las que, un poco más adelante, le mueven a desear
aprender a hablar.
Comunicarse con nosotros es su principal
pasión.
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